domingo, octubre 26, 2008

Hooters. La primera vez nunca se olvida...

Hoy me viene a la mente la primera vez que conocí Hooters, vaya, y pensar que fué mi propia madre la que me invitó... Todo sucedió en una de esas tantas Navidades, estando de vacaciones en Texas, fuimos a San Antonio (sepa que parte habré estado...)hooters que en uno de esos momentos en que mi madre ya no aguantaba el frío, hizo el comentario que entraría al restaurante de madera que estaba detrás de nosotros a tomar un café. Al cabo de 15 minutos, mi madre sale a decirme que sino quería algo de tomar o de comer.

Entré no con muchas ganas, pero la sed era imperativa. Al abrir la puerta y dar tres pasos, me quedé atónito... no podía creer lo que estaba viendo. Un restaurante con mucha madera, con un olor de alitas BBQ exquisito y unas chicas guapísimas (y en Texas TODO es mas grande...) enfundadas en unos diminutos shorts atendiendo a la gente, fotos de las chicas en su uniforme, bikinis y souvenirs hasta decir basta . Por un momento hice una cara de : "¡Ups! ¿A dónde te has metido madre mía?" Me senté en la mesa con mi mamá mientras llegaba una rubia mesera no muy alta por cierto, mientras se presentaba y me sugería probar unas de sus pechugas en salsa caliente. Yo me quedé estupefacto (dicho de otra forma, estupi-tiezo) donde no sabía si existía algún mensaje subliminal de por medio. Ordené unas papas con queso, unas alitas BBQ y un té helado, de los cuales degusté con singular alegría. Pagamos y salimos del recinto, yo claro, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras pensaba que nunca vería éste lugar en México. Pero,  ¡qué experiencia tan grata! Fué lo mejor que me había pasado en una salida de vacaciones... y mi madre fué la culpable...

Un par de añitos después al ir caminando sobre Insurgentes descubrí que había un Hooters también. ¡Vaya menuda coincidencia! Pero no fué hasta varios años después que fui de nueva cuenta a Hooters y en esa ocasión, fué por el cumpleaños de mi jefe. Claro, las chicas son diferentes que en el gabacho, pero no por ello de malos bigotes. El volver a probar las alitas fué exactamente como cuando tu madre te daba de niño un premio por portarte bien... lo disfrutas a fondo. La comida exquisita, la atención de maravilla y las niñas pues nada mal...  ¡¿qué mas se podía pedir!?

Lo que le siguió (también) un par de años después es, como dice la nana Goya, "otra historia".

hooters_drawing

No hay comentarios.: